El tiempo es un factor que pasa demasiado rápido, tan rápido que tiene la capacidad de que podamos olvidar hechos que marcaron en el pasado y que han quedado tapados.
Y no quiero que pase sin recordar la injusticia que siempre marca la vida, esa injusticia que hace dos años se llevó de Sevilla a una niña, y que en alguna parte de sus aguas, late su alma pidiendo justicia.
Injusticia se comete, porque nunca hay motivos para quitar una vida, porque no hay derecho a provocar que una familia pase este tormento mientras cae hundida, de provocar que ni siquiera tengan el cuerpo para llorar amargamente su recuerdo.
Injusticia porque no se condena a aquellos que arrebatan la vida, porque hace dos años se dio un caso, pero no es el único y pasando las fechas del calendario se siguen cometiendo crímenes y arrebatos.
Injusticia porque nadie tiene el valor de hacer que paguen por ello, porque no se puede permitir que salgan indemne cuando se han encargado de martirizar y derrumbar con tantas mentiras.
Injusticia de que el Mundo tenga que convivir con almas sin pena, con cuerpos sin sangres, con mentes vacías incapaces de tener valores y saber con sus actos que no solo una muerte provocan.
Injusticia con todos aquellos que luchan por lo justo y ven como su pelea apenas tiene significado para los que en su mano tienen la condena, mientras observan como la mente de cientos de personas viven condenadas desde hace dos años.
Injusticia que asecha la vida de los que vivimos queriendo ser justos, y que tenemos la “injusticia” de tener valores y sentimientos, de tener conciencia y coherencia en nuestros actos, y no tomar la justicia por nuestra cuenta para que paguen los que a tanta gente derrumbaron.
Ánimo a la familia de Marta, y a todas aquellas que tienen que soportar actos inhumanos.
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