viernes, 25 de febrero de 2011

Tenemos miedo

Todos, absolutamente todos, si recordamos nuestro pasado sacaremos hechos y circunstancias que no han hecho sufrir y, por consiguiente, hacernos pensar que hemos sufrido mucho y más incluso que nuestros seres más cercanos. Seres que a su vez, también creen haber sufrido más que tú y que el otro, y que el otro, y que el otro...

Tenemos un miedo a sufrir nato, un pasado oscuro y bastante doloroso y un corazón dominado por las tinieblas que cubren nuestras mentes.
Pensamos con gran constancia que todo acaba, que la felicidad es inalcanzable, que somos lo peor, que algo habremos hecho en otra vida, que por qué a mi, y una serie de frases y palabrerías similares a estas.

Tales cosas son las que provocan el llamado miedo, ¿Cuánto miedo se vislumbra en el interior de las personas, verdad?
¿Por qué? ¿Por qué todo lo vemos oscuro y nos empeñaos en tener miedo en lugar de afrontarnos a la realidad?

Me pego a la célebre frase “La vida no es un problema que resolver, si no un misterio que descubrir”

Nos empeñamos en recordar lo más lúgubre que hemos vivido, en llorar las penas y sentir las emociones contrarias a las que nos gustaría vivir.
Rechazamos ser felices hoy  porque no conseguimos serlo ayer. Ignoramos nuestro estado por miedo, por no ser capaces de enfrentarnos a los misterios creyendo que son un problema.

El miedo nos bloquea, nos satura la mente de cosas totalmente paranoicas e idioteces varias.
El miedo saca lo peor de nosotros, nuestra ira, nuestra furia, provoca que seamos en situaciones similares a las vividas personas repulsivas, seres altamente peligrosos si los que están a nuestro alrededor no se apartan.

El miedo hace que no tengamos vida y que involuntariamente se la quitemos a los seres de nuestro alrededor. Ellos son llamados seres queridos, no se apartan de nuestro lado por miedo a sufrir con nosotros, se exponen a gritos, se exponen al duro reto de no llorar sobre tu cabeza a la vez que te consuela en su hombro, se exponen a indirectas duras y a recibir las gracias que no queremos tener por verte feliz.

Si el miedo nos domina no somos nosotros. La forma más eficaz de superarlos es enfrentarte a ellos, echarles el valor que ocultamos tras nuestras lágrimas y buscar insistentemente nuestro camino y lugar en esta vida. Podemos ser felices, podemos disfrutar con nuestros amigos, pero no invites a la fiesta al pasado y a tus miedos por compromiso.

Ellos no nos ayudan. Hoy no es ayer.

Por Juan Pablo Pozo

1 comentario:

  1. Una verdad como un templo muy bueno
    Una vez más das en el clavo Juan Pablo, enhorabuena

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