Todo, absolutamente todo, se regía alrededor de una misma
mirada, del viento de unas bambalinas, del suave compás de un exaltador canto,
del golpe de un martillo que anunciara que todo ya estaba en marcha, que ni una
nube se atreviera a amenazar, y que el sueño de muchos ya comenzaba.
Se palpaba algo especial, calles adornadas para la Reina
del Cielo, nervios y ganas. Era todo algo diferente, irrepetible, a veces, casi
parecía imaginario. Era algo que traía cuatro años de permanente trabajo e ilusiones,
de sacrificios y de entrega. Era algo que marcaba con personalidad y tinta de
ensueño un día 5 de Mayo del presente año.
Aquella mirada era de Victoria, aquellas bambalinas eran
del Polvorín, el canto esencial era para una Coronación y el golpe de martillo sería
el que abriera las puertas del cielo en las que la Huelva que en su Victoria se
encomienda la coronara en una invisible utopía de cantos celestiales. Allí
estaba la Victoria.
5 de Mayo, más que nunca este tu día,
Madre de bonanza, la flor exaltada,
Mirada honda, morena cautivada
Del amor victorioso de Huelva a María.
Victoria rodeada de humilde gallardía,
Victoria del Polvorín embelesada,
Victoria hermosa, Victoria Coronada,
Victoria de la que toda Huelva confía.
Corona que de creerte se hiciera,
Para tu gloria todo ese oro silente,
Del amor pleno, que contigo muriera.
Fruto vivo del querer más vehemente,
Que sobre tus sienes gloria se pusiera,
Para Coronarte Huelva, Reina ferviente.
Por, Juan Pablo Pozo
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Victoria Coronada (Huelva) |