Aún escuchando voces que perturban
las noches desde algún infame lugar, siento en la escaramuza con mi querer como
tu abrazo es necesario para poder vivir.
Pasen días tristes y nublados
mientras lleguen días de sol enamorados. Pasen, lágrimas de cantinas enturbiadas
si al encontrar la línea recta aparece esa candente mirada.
Pasen, las refriegas llenas de
recelos y achares, las contiendas de desazón y ansia, pues mantengo raudas mis
ganas de pasar junto a ella el resto de mis días.
Lleguen a mi vida esas lágrimas largas
que de quererla, sólo de quererla, manan de las púas de los rosales que su
hermoso semblante de rosa provocan.
Lleguen las voces que andan a mi
lado cuando a mi vera su presencia no se encuentre, lleguen esas voces sigilosas
y pasivas, que lleguen, pues con ellas viene la eterna presencia de una
doncella que agarra mis manos cuando de éstas se muestre fría su palma.
Que haya soledad en el momento,
dolor en el instante, que haya suplicio en algún sueño o angustia al no encontrarla junto a mi, pues yo sé, que aun habiendo noches que llore por ella, lloraría
dos veces más si tras mis lágrimas llegan los momentos de ensueño en la
eternidad de sus besos.
Por, Juan Pablo Pozo